► Título: Al sur de la frontera, al oeste del sol
► Autor: Haruki Murakami
► Editorial: Tusquets
►Páginas: 266 páginas
Hajime vive una existencia relativamente feliz –se ha casado, es padre de dos niñas y dueño de un club de jazz– cuando se reencuentra con Shimamoto, su mejor amiga de la infancia y la adolescencia. Y la atracción renace Hajime parece dispuesto a dejarlo todo por ella... Una historia sobre amores perdidos y recobrados, sobre la consumación de una promesa de plenitud, que destila la indefinible sensación de desajuste con el mundo que acucia al hombre contemporáneo.
Al sur de la frontera, al oeste del solrepresenta una obra distinta, diferente, pero por desgracia, conocida para los que disfrutaron ya en su momento con Tokio Blues, pero siempre tan inigualable, sorprendente y característica de uno de mis autores favoritos por, sobre todo, esa facilidad pasmosa de hacerte estremecer el alma.
Ahora nos encontramos, quizá, con una de las novelas más personales del autor japonés. Pues la verdad es que la similitud entre él y nuestro protagonista se ve a simple vista, cosa que me hace plantearme seriamente si no es acaso el propio Murakami, el protagonista en esta ocasión.
Quería creer que cuando, a la mañana siguiente, abriera los ojos, el mundo habría tomado una consistencia más liviana, todas las cosas serían, sin duda, más fáciles.
A lo largo de las doscientas y pocas páginas del libro descubriremos elementos que ya vimos en otras novelas del autor. Pero para mi sorpresa también he visto algo nuevo, o quizás tan solo lo he sentido esta vez. Algo demasiado personal, demasiado perfecto, y que muy pocos pueden recrear de un modo tan simple y magistral. He visto el alma de Murakami por medio de las palabras, pero también un trocito de la mía reflejada como en un espejo. Por lo que puedo decir que algunas cosas me han calado incluso más hondo de lo que me esperaba. He sentido esa imperfección por dentro de la que habla, y esos vacíos en la punta de los dedos. Vacíos que el protagonista intenta llenar con cada etapa nueva de su vida; secundaria, universidad, trabajo. Pero que no lo consigue.
La trama es mas bien un cúmulo de sucesos, de sentimientos, de errores, que van ocurriendo a través de los años y que recuerda el protagonista en el momento actual. Momento en el que tiene treinta y siete años, está casado, tiene dos hijas maravillosas, una mujer que ama con locura y tiene dos locales muy populares de jazz, una de las debilidades del autor japonés. Tras todos los baches del pasado es finalmente capaz de disfrutar de una existencia pacífica, y tranquila. De una vida plena en todos los sentidos. Pero siguen habiendo momentos en los que los fantasmas del pasado le siguen atormentando por los errores que cometió, pero también por las cosas que perdió. Y una de esas cosas es Shimamoto, una amiga que recuerda con nostalgia y que le marcó profundamente. Sin embargo, por un capricho del destino, un tanto cruel diría yo (pero necesario para nosotros) uno de esos fantasmas vuelve, convertido en realidad. Así pues, la historia de Al sur de la frontera, al oeste del sol es la de dos star-crossed lovers que se vuelven a encontrar tras veinte años de duras experiencias que le han marcado para siempre, pero con una cosa en común, la necesidad de reencontrarse, aunque sea por última vez.
Me decepcionaron muy pronto. Lo que yo quería era algo como lo que había existido entre tú y yo.
Al sur de la frontera, al oeste del sol es para mi un excelente libro, aunque repite recursos ya vistos en otras obras del autor, y tampoco los personajes brillan con luz propiamente dicha. Sin embargo, sigue siendo narrado de un modo magistral, relatando una vida en la que muchos se verán reflejados, como en un espejo. Otro pequeño vacío que añadir para el corazón, pero menos grande de lo que me esperaba. Recomendable, y desgarrador en su justa medida. Una historia de amores perdidos y corazones rotos. Sin olvidar esas citas magníficas, dignas para el recuerdo.
No hay error, sino montones. Nuestros caminos se han cruzado una vez tras otra sin que nos encontráramos.
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